sábado, 28 de mayo de 2011

LOS DOS GATOS

Un gato había engordado tanto que no podía echar a andar y yacía tendido quejándose de su mala fortuna. Otro gato, que era conocido por ser un eficiente cazador y por tener un gran corazón, al verlo se compadeció de su suerte.
-¿En qué te puedo ayudar?- preguntó el cazador.
-Necesito cazar para no morir de inanición; sin embargo mi voluminoso tamaño me impide hacerlo- se lamentó el gato gordo, para luego continuar: -Si tú pudieras cazar por mí, sin duda alguna, los hados verían tu desinteresada acción con buenos ojos.
 El buen cazador conmovido por el lamentable estado en el que se encontraba su colega se comprometió a brindarle sus servicios. Presto, se dispuso a cazar, y no pasó mucho tiempo cuando regresó con dos ratones, que el gato gordo devoró con avidez.
-Aún tengo hambre –reclamó-. Aún no puedo mantenerme en pie.
Obligado por la lástima que sentía, regresó a la cacería y trajo consigo otro par de roedores. Pero el hambre del gato gordo no parecía saciarse. Fatigado el gato fue en busca de más presas, pero esta vez sus fuerzas sólo le alcanzaron para una sola.
Con el ratón en la boca, sujetándolo por la cola, el gato fue al encuentro de su compañero.
El roedor, enterado del chantaje del que era objeto su lazador, le espetó: -¡Tonto, no vez que mientras más los alimentes menos serán sus posibilidades de ponerse en pie! Te ata la lastima; pero no deberías sentirte comprometido a ayudarlo, ya que su mal no proviene de la fortuna sino de sus acciones. Haciendo pasar mal por bien, abusa de tus buenas intenciones.
El gato que cayó en la cuenta del engaño del que era objeto, liberó al ratón y se marchó sin dar explicación alguna a su protegido.

-Hay personas que buscan que se condolezcan de los males que le acarrearon sus displicencias para ser proveídos y, así, continuar con sus vidas perezosas-

viernes, 13 de mayo de 2011

CÓMO LULA DA SILVA LE AYUDÓ A UN COMPAÑERO CONSEGUIR EMPLEO.


Esta historia es verdadera, aunque por su simplicidad pueda parecer inverosímil. A manera de probar lo que a continuación narraré me serviré de una sencilla herramienta  (método utilizado por los físicos y la Teoría General de Sistemas).
Imaginemos un segmento de tubo, de aquellos que se utilizan para tender las redes de alcantarillado. Ahora imaginemos que por el extremo “A” del tubo ingresa un ratón; tras el ratón ingresa un gato hambriento. Después de un par de segundos vemos salir por el extremo “B” del tubo al gato. ¿Qué podemos inferir? Aunque no lo hayamos visto, podemos deducir que el gato devoró al ratón dentro del tubo.
A este método se le llama “La Caja Negra”. Teniendo en cuenta sólo los Ingresos –en este caso el ratón perseguido por el gato- y las salidas –el gato-, podemos concluir lo que aconteció dentro de la caja.
Cuando mi otrora compañero de la universidad me contó cómo había conseguido el empleo de su vida, me negué a creer la forma en que, según él, lo hizo. Sin embargo, ante mí tenía dos hechos ubicados en dos puntos distantes en el tiempo: Primer punto, un compañero desempleado con una Hoja de Vida pobre, es decir poca experiencia y poca capacitación; y  Segundo Punto, un compañero con una Hoja de Vida Pobre con un empleo que podría bien ser el sueño del más ambicioso.
Andrés, me reservaré sus apellidos para no pecar de infidente, era una de esas personas que se le puede denominar un “Buen Hombre”. Era un bonachón incorregible que ponía los intereses de los demás sobre sus propios intereses. Gracias a esta cualidad, y si a eso le agregamos su falta de agresividad, había perdido un sinnúmero de oportunidades.
A los 28 años, Andrés sólo ostentaba el grado de Bachiller, y este era el único diploma que tenía. Sus empleos anteriores consistían en breves trabajos de medio tiempo. Aún hoy recuerdo al loco Andrés llamándome para avisarme que el Supermercado de la vuelta contrataba estudiantes universitarios y de carreras técnicas para realizar el inventario de sus existencias.
Con el tiempo se le hacía cada vez más difícil encontrar un empleo. Incluso era considerado demasiado mayor para ser tomado en cuenta para las labores de inventario en las bodegas.
Pero la necesidad lo apremiaba a conseguir un puesto de trabajo en el menor tiempo posible. Se inscribió en una de esas bolsas de trabajo que hay en internet, la cual revisaba de manera diaria a fin de constatar si habían publicado un anuncio que se ajustase al Resumen de su Hoja de Vida, el cual rezaba así: “Bachiller en Economía”.
Andrés postulaba a todo anunció cuyos requerimientos se ajustasen lo más posible a sus especificaciones (p.e: Bachiller en Economía con conocimiento de inglés Intermedio; Bachiller de Economía con experiencia de tres años en el Área de Finanzas, etc).
Muchas de las empresas a las que postulaba no se dignaban a llamarlo. Otras, que lo habían citado para una entrevista, al final del día le decían que no contaba con la experiencia requerida para el puesto.
Debemos imaginar lo derrotado que se sentía el bueno de Andrés en aquellas ocasiones.
Así pasó casi un año. Cierto día encontró, en la bolsa de trabajo virtual, el anuncio de una empresa prestigiosa convocando economistas para que postulen a la posición de Jefe de Logística: Excelente salario, Capacitación constante, Vehículo, derechos de ley, etc.
No es que Andrés pensara que tenía alguna oportunidad. La empresa como daba, pedía, y los requerimientos eran inalcanzables.
-Aunque volviera a nacer- se decía Andrés para sí.
Ahora bien, una extraña fuerza lo impulsó a dirigir el cursor del ratón de la computadora hacía el botón azul rotulado con la etiqueta “Postular”. Tal vez había perdido tantas veces que ya no le apenaba perder una vez más; tal vez sentía que no teniendo nada que perder, tenía todo por ganar.
Aquel día Andrés se acostó temprano. A las 8 de la noche el teléfono timbró. Él contestó. Era la Empresa. Querían otorgarle una entrevista.
Aunque no pudo dejar de sentirse feliz, se encontraba consciente que no tenía ninguna oportunidad de obtener el empleo. –Soy sólo un nombre para completar una lista de 100 candidatos- se decía entre sueños.-Aquel trabajo ya tiene dueño, y están llamando a la gente menos calificada para asegurarle la bacante a otro.
Como se le había quitado el sueño por la emoción, prendió la tele. Saltando de canal en canal se dio con una biografía del ex presidente de Brasil: Lula da Silva. Aquel hombre le daba bastante curiosidad, aunque no sabía mucho de su vida. Se sorprendió al enterarse que a pesar de sólo tener un diploma de tornero, Lula había llegado a ser considerado el mejor Presidente que había tenido país alguno de Latinoamérica. Y pensando en ese dato curioso se fue a dormir.
El día de la entrevista, no obstante había prestado bastante cuidado con su arreglo físico, se mostró bastante relajado. Esta falta de tensión tal vez impacto de manera positiva a la entrevistadora. En el rostro de  Andrés se dibujaba un gesto de compresión. Sabía muy bien que una entrevista laboral siempre seguía la misma rutina; pero le agradaba que, a pesar de todo, la entrevistadora no lo tratase como a un excluido desde el inicio.
Al final de la entrevista Andrés escuchó aquella frase recurrente: “Lo siento pero no cumples con las calificaciones requerida. De igual manera, si encontramos algo que se ajuste a tu perfil, nos comunicaremos contigo”.
Andrés sonrió, luego guardó unos segundos de silencio. –Sabes –le dijo como si reflexionará-, estoy seguro que has oído hablar del ex presidente de Brasil, Lula da Silva –la entrevistadora asintió extrañada. Andrés continuó: -él, a pesar de sólo contar con un certificado de obrero, es considerado el mejor presidente que ha tenido cualquier país de Latinoamérica. Yo, que tengo una diploma de Bachiller, porque no puedo ser el mejor Jefe de Logística que haya tenido esta empresa –se puso de pie le estrechó la mano a la entrevistadora y se marchó diciendo en tono travieso: -Espero su llamada.
A pesar de de las pocas probabilidades que tenía, recibió la llamada ganadora: ¡Acércate a la Oficina de Recursos Humanos de la empresa, a fin de que firme su contrato, señor!
De esta manera, Lula da Silva ayudó a un compañero a conseguir el empleo de sus sueños.

sábado, 7 de mayo de 2011

EL LEÓN Y LA HIENA.

En cierta ocasión, el Rey de la Selva, el León, regresaba al bosque, después de descansar en las cuevas que perforaban las faldas de las montañas. Tal fue su sorpresa al ver en su tierra a una vieja hiena. El León, que era reconocido por su justicia, permitió que aquel despreciable animal cazase dentro de su propiedad.  Sin embargo su indignación no se hizo esperar cuando cayó en cuenta que la Hiena reservaba para sí las mejores piezas.
 El León, demostró su enojo mostrando los dientes; pero la Hiena, tan mañosa como era, inclinó la cabeza y metió el rabo entre las piernas en señal de sumisión. Siendo un rey compasivo, que no se permitía humillar a sus súbditos, ni permitir que se realizase cualquier tipo de humillación en su presencia, decidió dejar que la vieja bestia cazase de la mejor manera que creyera conveniente.
Al día siguiente, cuando el León regresó al bosque lo encontró invadido por innumerables hienas que habían devorado a todos los ciervos, dejando el área desierta. Enojado, el rey de la selva arremetió contra los invasores, pero superado en número fue expulsado de su propio territorio y condenado a padecer hambre.
Moraleja:
No confié de los pusilánimes ellos ven en la compasión un signo de debilidad.